martes, 18 de febrero de 2014

De miradas y momentos

Yo no sé si te lo habré dicho alguna vez pero a veces siento que el estómago se me llena de nudos y de pájaros cuando me mirás; pero no cuando me mirás con duda o con incertidumbre o simplemente cuando me estás mirando, sino cuando me mirás, cuando me ves de verdad, con los ojos abiertos de par en par y apenas moviendo los párpados, como si me midieras o nos midieras a ambos, o como si grabaras en tu retina alguna imagen que mi propia cara te reproduce. No me mirás así siempre y cuando sucede a mí me pone un poco nerviosa al principio, pero después me voy perdiendo en tu mirada y en la imagen que me devuelven tus ojos oscuros y me olvido de aquellas veces en que no te dejé mirarme así porque tenía miedo de que me preguntaras si me pasaba algo; porque no, no me pasaba nada, pero desde que es con vos me pasa todo, todo lo bueno en el mundo y lo incierto y lo ilógico y lo eterno también me pasa.
Ahora de vez en cuando estamos tirados en la cama o en el sillón o simplemente estamos uno junto al otro y nos tenemos cerca, compartimos el aliento y se nos mezclan los olores, y cruzamos una mirada o una sonrisa pero también colgamos; y parece que la sonrisa se borrara o se disolviera para dar paso a una sensación rara, casi de asombro. En momentos así me pregunto si estás pensando lo mismo o algo parecido a lo que pienso yo, que pienso en todas las cosas que me hacés sentir desde que nos conocemos y no dejo de sorprenderme de la inmensidad de esto que me pasa, como un fuego eterno que no se apaga ni disminuye ni me consume a mí, que a veces me siento viento y aire y papel entre tus brazos en llamas. Casi como si me conocieras, como si hubiéramos vivido ese mismo instante muchas veces antes -porque lo hicimos-, deshacés el hechizo diciendo alguna palabra o frase rotunda que me despeja todas las dudas y me vuelve a derretir desde adentro para afuera, porque yo estoy pensando lo mismo; decís cosas como "estoy tan enamorado" o "sos tanto" y es como si me leyeras la mente o el corazón, que espera ser leído por vos y nadie más que vos.

Me pregunto si cerrando los ojos podré capturar y retener tu mirada un rato, justo en el momento antes de dormir. Estoy necesitando tus ojos, tu aliento tibio, tu voz en susurros; necesito perderme en esa mirada y que venga una estampida de elefantes felices a hacer destrozos con mi estómago, donde los pájaros siguen cantando y los nudos siguen apretando incluso horas después del momento en que te vas.

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