lunes, 30 de diciembre de 2013

Mi Macondo, mi lugar

Me gusta pensar en Tapiales como un pueblito.
No digo barrio ni digo localidad porque sé que cuando lo digo el interlocutor piensa en su propio barrio, que siempre es Almagro, San Justo, Villa Crespo, Laferrere, pero nunca es Tapiales.
Es que Tapiales es un pueblito chiquito, redondito, familiar. Tapiales es una esquinita del mundo adoptada por los barrios y localidades cercanas, cuidado como un bebé que aprende a dar sus primeros pasos. No tenemos muchos edificios, y los que hay son tan nuevos que desde la vereda se siente el olor a limpio. En esos departamentos viven los hijos de descendientes de tanos que quisieron independizarse pero no abandonar el lugar donde se criaron, que tantos placeres les da. 
Porque Tapiales es un pueblito chiquito y alejado, pero tiene su encanto. Sus paisajes tranquilos, sus árboles viejos siempre vestidos de verde, su plaza iluminada, sus esquinas sin semáforos. Es difícil acceder desde la Capital, pero los que llegamos nunca nos quisimos ir.

Vuelvo a casa de trabajar. Son las cuatro y media de la tarde y hace mucho calor. Y mientras veo pasar por la ventanilla del colectivo el embotellamiento de autos, la gente que va y viene por todos lados con cara de apuro y de sufrimiento; mientras escucho los bocinazos y los gritos de los protestantes que cortan las calles por la falta de luz, yo pienso en mi pueblo, amo mi pueblo, mi casa, mi jardín, mi vereda. Tapiales es mi casa, mi Macondo. Tapiales es mi hogar.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Intimidad

La curva de tu espalda; ese lugar donde quiero apoyar la frente y cerrar los ojos, enredando tus piernas con las mías, respirando profundo y eliminando el tiempo y el espacio que tanto nos incordia cuando necesitamos un minuto de intimidad.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Formas de decirle a un invitado que se vaya porque querés coger: 
 
1 ...
2 ...
3 ...
4 Andate
 
 

jueves, 12 de diciembre de 2013

Cerca de la eternidad

Cuando escribo siento que me acerco un poquito a la eternidad, medio centímetro de vida más que queda plasmada en las hojas que rayo y mancho con mi tinta y mi birome. Escribo porque se me caen las palabras, porque se me quiebra la voz, porque las sílabas y las tildes y los signos de interrogación me brotan por los poros y andan buscando todo el tiempo un lugar donde ser volcados; son igualitos a mí, que de tanto andar buscando dónde caerme muerta no me daba cuenta de que me había olvidado de atajar la vida, que se me venía encima. 

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Compañera

Casi la 1 a.m. de un jueves que viene con pinta de lluvioso y yo acá tan relajada y tan sin dormir, no porque tenga insomnio; sino porque lo extraño y mi cabeza produce y reproduce maneras de hacérselo saber mientras doy vueltas en la cama. 

Analizo lo que tenemos, me acuerdo de aquella vez en que me dijo, citando a Sartre: "vos sos la conciencia que ama menos" sabiendo, en el fondo, que yo no iba a estar de acuerdo con eso. ¿Cómo estar de acuerdo con semejante barbaridad? No concibo el amor esclavo, no nos imagino como nada más que dos partes de un todo, un par mucho más que semejante, un par igual. 

"Compañera," me dice, para no decir mi novia, o mi chica; porque le disgusta la idea de convertirme con las palabras en un objeto de su propiedad.

Y yo acá sintiéndome su Simone, entregada a este amor y suya desde el alma, enamorada de raíz a desinencia. Abro una pestaña de facebook y le pego Deseo, de Jorge Drexler, agregando como único rótulo "Mi fabuloso complemento". Cierro la Mac y me voy a dormir, porque no doy más de cansancio y porque encontré mi manera de canalizar esto que siento.